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Muchas veces en las empresas, parece que las personas trabajan para empresas diferentes. Siguen procesos, estrategias, tiempos y metas distintas por áreas departamentos o equipos de trabajo, lo que lleva a la empresa a no cumplir con todos sus objetivos y metas.
Sin embargo una empresa es como una gran familia, todos pertenecen a la misma organización y persiguen el mismo objetivo: hacer crecer a la empresa y a los colaboradores con ella.
Cuando no es así, los resultados son confusión, esfuerzos duplicados e innecesarios, y retrasos en el logro de las metas.
Es por ello que se vuelve una estrategia indispensable aprender a ver a la empresa como un sistema vivo y complejo, de igual forma es necesario alinear a todos los colaboradores a la visión y valores estratégicos de la organización, empezando por líderes, directores o gerentes.
En todas las organizaciones las diferencias y el conflicto que éstas generan son un tema común.
La diferencia en la manera de pensar, sentir y actuar de las personas ocasiona, desgaste, conflicto, malos entendidos, retrasos en la productividad y un clima organizacional cansado y desgastante para todos los que trabajan en la empresa.
No importa cuántos conocimientos acerca del puesto pueda tener una persona, es un hecho, si no se conoce así mismo y no posee habilidades sociales que le permitan aprender a manejar las diferencias, el éxito no llegará ni a ella, ni a su equipo de trabajo.
Realizar las funciones del trabajo con éxito implica la suma de: 1)conocimientos acerca del puesto y 2)habilidades sociales que permitan entender las diferencias de personalidad.
Desarrollar habilidades para comunicarse, gestionar conflictos, inclusive dar y recibir retroalimentación efectiva, requiere comprender las diferencias de personalidad, que dicho en palabras simples, implica saber desde que cristal mira la realidad cada persona.
El liderazgo es una cualidad con la que no se nace…se hace. Y depende del desarrollo de habilidades para tratar con las personas.
Es cierto… todos tratamos con muchas personas al día, pero no todos logran influir, inspirar y hacer que las personas quieran seguirlos hasta las últimas consecuencias.
El liderazgo requiere de saber cómo entenderse a uno mismo y a cientos de personas todos los días de manera efectiva, enfrentando situaciones estresantes y motivadoras al mismo tiempo
A lo largo de la historia vemos las características de muchos tipos de líderes, pero algo que tienen en común los verdaderos es que son vistos por su gente como el líder de la manada.
Y te estarás preguntando ¿cómo se logra esto?… ¿Qué hace que un líder sea reconocido por su equipo de trabajo como el líder y mejor aún, que las personas quieran darlo todo por la visión del líder?
Una cualidad importante es el valor que le da el líder a las personas del equipo, las conoce, las reconoce y sabe hacer sentir seguras a todos con su experiencia y autoridad. Pero además tiene la habilidad para hacérselo saber a cada persona.
Un líder que no inspira a cada una de las personas de su equipo a seguirlo, es jefe, pero no líder.
El trabajo implica un tercio o más de la vida productiva de una persona.
Si durante este tiempo el cuerpo y la mente están sometidos a constante estrés, presión, demandas y exigencias y por el contrario, poca alegría y satisfacción, es un hecho que no tardara en haber consecuencias físicas, emocionales y organizacionales también.
Una cultura de salud organizacional, promueve un clima organizacional generoso, empático y de bienestar en donde los colaboradores se sienten, cuidados, mirados y valorados por la empresa.
Esto a su vez, genera una respuesta al trabajo en donde las personas se sienten bien y por lo tanto, trabajan bien. El trabajo tiene sentido, las personas se sienten motivadas e inspiradas a dar lo mejor de sí mismos.